¿Han escuchado alguna vez el discurso “Tengo un sueño” de Martin Luther King Jr. en Washington en 1963?
Si no lo han hecho, los invito a que lo hagan. Es considerado uno de los mejores discursos de la historia. Luther King habla sobre el futuro y la esperanza. Todos somos iguales, dice. Tengo un sueño y cuando pronuncia su discurso, muy conmovedor por cierto, su voz tiembla al atravesar cada palabra. Sus ideas, sus convicciones, sus esperanzas, explotan al salir.
Todo ello parece se ha perdido por estos días. Hay pocos líderes ya. La mayoría nos los han quitado por la violencia política, conspiraciones destructivas, dinero y la pura maldad humana que no da espacio para la decencia todo por un puñado de dólares.
Después lo que queda es ver charlas de millonarios que han hecho sus fortunas, que no tiene nada de malo, ya quisiera yo, pero son charlas que aunque tienen una historia humana detrás, nos dejan indiferentes porque a pesar que tienen todo ese dinero no han hecho nada por cambiar el mundo, solo el de ellos.
Inspirar al cambio es lo que hace un líder. Muchos de esos grandes líderes sociales fueron asesinados porque luchaban por la igualdad humana. “Todos somos iguales ante la ley. Todos merecemos una vida digna”, son ideas peligrosas que son rechazadas por la gente que tiene el poder porque no comprenden como alguien que no tiene nada puede llegar a tener tanto poder de convocatoria.
Debemos aspirar a esa clase de liderazgo. Uno que mueva al cambio. Debemos seguir soñando decía Martin Luther King Jr. Hacer nuestros sueños realidad es lo que nos mantiene vivos. Tener nuevas metas, crecer aprender, ayudar a alguien más en el viaje. Mantenernos humildes y caminar por nosotros para abrir camino a los demás. Eso es un buen líder.